extraído de la página: http://juanjohombrebueno.wordpress.com/2010/10/11/apertura-de-la-causa-de-beatificacion-de-un-socuellamino-castor-zarco-garcia/
HOY 21 de Octubre, a las 19,00 horas, el Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, presidirá en el Seminario Conciliar la apertura de la Causa de Martirio de un grupo de seminaristas de la diócesis de Madrid-Alcalá, y dos familiares, mártires de la persecución religiosa de la II República en la diócesis al comienzo de la Guerra Civil. El socuéllamino Cástor Zarco García, es uno de ellos.
Se trata de los Siervos de Dios, Ignacio Aláez Vaquero, Pablo Chomón Pardo, Antonio Moraleja Fernández-Shaw, Jesús Sánchez Fernández-Yañez, Miguel Talavera Sevilla, Ángel Trapero Sánchez-Real, Cástor Zarco García, Mariano Arrizabalaga Español, Ramón Ruiz Pérez, todos ellos seminaristas, Julio Pardo Pernía, sacerdote tío del seminarista Pablo Chomón, y Liberato Moraleja Juan, seglar padre del seminarista Antonio Moraleja, ambos martirizados junto con los seminaristas.
El 6 de junio de 1936, Cástor Zarco García fue ordenado subdiácono. Comenzada la Guerra Civil, fue movilizado y enrolado en la Brigada de El Campesino. Estaba hospitalizado en Alcalá de Henares cuando fue reconocido y delatado como seminarista por algunos paisanos suyos, siendo fusilado en septiembre de 1937. Algunos testigos afirman que fue obligado a cavar su propia tumba.
«El 18 de julio de 1936, estábamos comiendo en el seminario de Madrid. Bajó el portero para decirnos que estaban las turbas para apoderarse del seminario. Enseguida nos fuimos a la capilla a consumir las Sagradas Especies; y, vestidos de paisano, tuvimos que salir por la puerta posterior que había en la huerta del seminario. Nos separamos, y cada uno se fue a su casa. Al día siguiente, el domingo 19 de julio, llamé al seminario preguntando si podía ir a celebrar la Santa Misa, y me contestó un miliciano diciendo que me iba a escabechar»: éste es el relato de uno de los testigos que estuvieron presentes en el seminario de Madrid y que recoge José Francisco Guijarro en su libro Persecución religiosa y Guerra Civil. La Iglesia en Madrid, 1936-1939
Para el proceso de beatificación existen dos vías: se puede introducir un proceso de beatificación por virtudes heroicas, o bien puede incoarse un proceso de martirio. Los recorridos procesales, en ambos casos, son distintos.
El proceso de beatificación por la vía de virtudes heroicas tiene como finalidad la declaración de que el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Al introducir el proceso, se establece la duda procesal de si el fiel vivió las virtudes cristianas en grado heroico. Mientras que si el proceso se desarrolla por la vía de martirio, la duda sobre la que se establece el proceso es si el fiel sufrió martirio por su fe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes dejar un comentario si lo deseas